El verano trepidante de la primera Fiesta Mayor de Blancs i Blaus

La tertulia del Archivo sobre los inicios de la fiesta estuvo llena de anécdotas y recuerdos emotivos

Rosa Llobet, Pepus Costa, Carlos Lax, Paco Cruz y Albert Soler recordaron los inicios de la Fiesta Mayor de Blancos y Azules en la tertulia que ha iniciado el curso del ciclo de tertulias del Archivo Municipal. El marco, La Casa de la Fiesta Mayor, que hasta el domingo exhibe el bestiario festivo en la Nau Dents de Serra de Roca Umbert, en una propuesta de la Troca y la entidad Olla dels Pobres.

Ante 70 personas, muchos miembros de los grupos y de las entidades de la fiesta, los tertulianos desgranaron cómo empezó hace 40 años una historia que “no es fortuita”, en palabras de Albert Soler: “Éramos jóvenes y festeros, flipábamos con fiestas mayores como la de Vilafranca y buscábamos un relato que no tuviera que inventarse cada año”, como ocurría en los primeros años de la democracia. “No hicimos una propuesta alternativa, la nuestra hizo una propuesta institucional; no queríamos ser tragados por Barcelona, ​​queríamos que nuestra fiesta mayor fuera Gràcia y no como la de cualquier otro distrito barcelonés”. Por eso, buscaron un relato donde agarrarse y lo encontraron “leyendo mucho” en la hemeroteca: encontrar la jugada histórica entre Rayo y Maynou fue “un tesoro”.

Paco Cruz se añadió en breve a la propuesta. “Me abordaron y me preguntaron si era blanquiazul y me invitaron a ir a las reuniones de la AV Bajo el Camino Ral”, de donde eran los entonces jóvenes –rondaban los 20 años– que ansiaban “una manera diferente a hacer fiesta”.

Carles Lax destacó que el Ayuntamiento de 1983, con el alcalde Ballús y Montserrat Illa como concejala de Cultura, “se la jugó” escuchando y apoyando a “diez jóvenes cándidos que dijeron: el pueblo quiere montar la fiesta ”.

Pepus Costa, entonces trabajador del Casal del Jove, recordó que fueron a verle y le propusieron encontrar gente para el grupo blanco. El verano de 1983 fue “trepidante y de mucho trabajo: íbamos en coche con megafonía y banderas blancas para encontrar a gente que se apuntara”. Rosa Llobet, presente también en aquellos inicios, destacaba la dificultad para que «la gente entendiera que aquella era una rivalidad festiva y que pasada la fiesta mayor todos éramos amigos».

En el apartado de anécdotas, Albert Soler recordó cómo el primer año se organizó un partido de fútbol entre los concejales municipales, todos mezclados, para romper con las connotaciones de uno y otro color, y que cada grupo buscó es un granollerí “con ascendencia que bendijera la fiesta”: el maestro Ruera por los Blancos y Ferran Salamero, decano de la prensa local, por los Blaus.

El entonces concejal Josep Sampera, presente en el acto, explicó que Montserrat Illa se “entusiasmó con la idea y convenció al alcalde Ballús”, al tiempo que contextualizaba aquellos años, los primeros de la democracia, con un ayuntamiento “ con problemas inmensos y pocos recursos: costó que la maquinaria entendiera que aquello no era una charlotada, tuvieron que romperse inercias; cortar la carretera para hacer el pasacalle, por ejemplo, era algo impensable”. Los tertulianos recordaron el primer cartel, encargado por el Ayuntamiento de forma “exprés” al diseñador Vicenç Viaplana, quien en 1986 creó también el logotipo tipográfico de Blancs i Blaus.

Los tertulianos y las intervenciones del público también hicieron referencia al presente y futuro de la fiesta. El gran crecimiento experimentado; la existencia de dos fiestas en una -la de grupos los primeros días y la más masificada el último fin de semana-; la necesidad de que entren nuevos grupos y colectivos que lo enriquezcan y reflejen la ciudad diversa o que la Comisión de la Fiesta Mayor incorpore una visión de ciudad, fueron algunas de las aportaciones que pusieron el punto y seguido al debate sobre una fiesta única y singular.